08 may. 2024

El libro secreto de los estacioneros de Luque

Son tres cancioneros con casi un centenar de músicas. Lastimeras notas son una herencia.

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Una de sus antiguas hojas escrita de puño y letra del cancionero para el víacrucis hace 100 años.

Gentileza

“Nokañýivai gueteri / Ñandejára pypore / Itatýre ojehai / Kurusu rapykuere”, es una de las estrofas que con pasión y a puro pulmón, los estacioneros entonan en Semana Santa.

Julián Zaracho (51), coordinador del grupo 19 de Marzo de Luque, contó a EXTRA que esta tradición nació hace cinco generaciones de su familia.

Su padre, don José Zaracho fue el que trajo al barrio del mismo nombre el antiguo cancionero que le perteneció a su vez a su progenitor.

La reliquia, ahora guardada como un tesoro, tendría unos 100 años aproximadamente. En sus páginas viejas y amarillas, incluso carcomidas por las polillas, aún guardan lastimeras canciones que reviven el viacrucis.

Con caligrafía pulcra trazan dolorosos versos que suelen hacer llorar a más de uno.

“Cuando tenía 14 años, mi papá me habló y me entregó tres cuadernos con las canciones. Me dijo: ‘No quiero que esto se termine, vos tenés que seguir este trabajo’”, recordó Julián.

Una reliquia

En los cuadernos están plasmadas cientos de canciones. “Antes cantábamos 64 músicas. Gracias al profesor de música Juan Silvino Roa ahora alcanzamos 80, porque como es viejo el cancionero, hay partes que ya no se ve la letra, entonces el maestro completa la letra”, indicó. Estos manuscritos están guardados y ahora solo se usan copias.

Hace más de 30 años, el grupo de estacioneros cantan en varios eventos religiosos más importantes: Tañarandy, Misiones, organizado por Koki Ruiz.

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“Desde mañana (por hoy) empezamos nuestras presentaciones. El primero es un viacrucis en el Colegio 110 Julio Correa de Luque. Y así, nos invitan hasta para rezos finales de los difuntos, fiestas patronales…”, explicó.

Actualmente tienen 35 miembros de diferentes edades, desde los 10 años hasta los 85 años, como el caso de don Patrocinio Zaracho, tío de Julián, uno de los más antiguos.

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Julián y su grupo tienen un sueño grande: tener su propio local para ensayar. “Queremos un tinglado, en nuestro propio terreno. Donde no solo se enseñe y las canciones de estacioneros, también para que los jóvenes aprendan oficios, se guarden los cuadernos”, finalizó.