Su guitarra, su sombrero y los boleros de su traje, las botas y el chaleco, se acomodan perfectamente en el asiento del acompañante. Ellos, son los compañeros fieles de Cristian Chávez, un conductor de Uber que, además, por las noches de tanto en tanto lanza algunas serenatas, donde disponga el servicio.
“Normalmente siempre tengo mi uniforme dentro del vehículo, en el asiento del acompañante cuando no tengo muchos pasajeros. En el Uber pues la gente se sienta atrás, pero cuando tengo muchos pasajeros, lo llevo en el baúl”, contó a EXTRA el muchacho de 21 años.
Él se autodenomina el “Charro-Uber”, pues desde hace diez años se dedica al canto con un grupo de amigos y desde hace casi dos meses tomó el volante para aventurase en la conducción también, debido a la difícil situación económica que dejó la pandemia.
Él es del barrio Achucarro de San Antonio e integra el “Mariachi Michoacán”, desde que tenía quince años. “Estoy en un grupo donde son todos hermanos y primos, el papá de mi amigo fue mi maestro y yo me considero de la familia también”, mencionó.
Trabajó como despachante de Aduanas y estudió para ser locutor y periodista. Sin embargo, en los últimos tiempos le nació el deseo de estudiar para ser peluquero, entonces empezó el laburo como chofer.
“El auto corresponde a un amigo de hace años que se llama Álvaro, él me llamó un día, estuvimos hablando porque quiero estudiar para ser peluquero y me dio la facilidad de trabajar con él. Cuando me sale trabajo de mariachi me desconecto un rato y después me vuelvo a conectar”, relató.
Al subirse un pasajero, él le entrega su tarjeta y así pudo conseguir varios trabajos, contó además. Las serenatas de 15 a 20 músicas, duran aproximadamente 25 minutos a media hora, y posteriormente vuelve para continuar con los viajes.
Contó que durante los primeros meses de la pandemia estuvo re hendy la situación pero que ahora se normalizó bastante. “Trabajamos muy poco, pero ahora tenemos más pedidos. El fin de semana hicimos 6 fuera de Asunción”, contó.