“La primera noche pensamos que se vino un terremoto”, relató Paola Neubert a EXTRA, quien quedó con akãrasy (dolor de cabeza) porque no pudo descansar en toda la noche.
Para ella y los vecinos del barrio Colón de San Bernardino, dormir es misión imposible, porque a finales de diciembre del 2024, una discoteca se instaló en el lugar, que es zona residencial.
El barullo alcanza unas cinco cuadras a la redonda y los fines de semana es una locura, dijo.
Juntan firmas para llegar a una solución
En la comisaría 16° de la ciudad veraniega hay varias denuncias, pero la policía poco o nada puede hacer, porque el local opera con el permiso de la muni.
“No se puede dormir, es imposible, porque vibran las paredes, tiemblan las ventanas. Todos los que vivimos en San Bernardino sabemos que hay más ruido en verano, pero ese horario y ese volumen están más allá del límite de tolerancia”, señaló Neubert.
A eso de las 22:00 comienza la farra y continúa hasta el día siguiente, de viernes a sábados, entrando a domingo.
Paola contó que las personas que trabajan llegan de mal humor a sus puestos laborales.
Édgar Bogado vive a 70 metros, detrás mismo de la discoteca, y ya está harto. Contó a EXTRA que el lugar es abierto y no hay ningún muro de contención contra ruidos.
“El blindex de la casa comienza a vibrar, es tragicómico y no termina a las 4:00 o 5:00 de la mañana; religiosamente termina a las 7:00”, indicó.
Para buscar una solución, un grupo de vecinos fue a la Fiscalía de Caacupé, luego le derivaron al Juzgado de Paz y de ahí le dijeron que vayan a la Municipalidad de San Bernardino.
“Inclusive una vecina ya no aguantó más y a eso de las 3:00 de la madrugada se fue a la comisaría, pero no le dieron mucha pelota, y te da rabia eso”, señaló Bogado.
Los pobladores se encuentran juntando firmas con el objetivo de exigir una respuesta a las autoridades locales o, en todo caso, que la discoteca regule el volumen de la música o raje del lugar.
Caos
“En diciembre y enero San Bernardino es un caos, pero se aguanta; pero cuando se meten con tu sueño, da rabia e impotencia”, Édgar Bogado, vecino afectado.
Cuidacoches de otras zonas
Además de los malos ratos a causa del barullo, en el barrio aparecieron personas extrañas, quienes dicen ser cuidacoches. En el lugar se instaló el miedo, según contó a EXTRA Édgar Bogado. Los trabajadores informales se quedan los fines de semana y luego se van.