28 mar. 2024

Denunció a sus jefes por maltrato laboral: “Te voy a hablar como quiera, me decía”

La joven contó que comenzaron a agredirla en su trabajo desde que pidió que le paguen un sueldo que le correspondía.

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La joven ya no aguantó el maltrato y renunció el viernes. (Ilustración).

Una sensación de dolor en el pecho, miedo y angustia sentía Liz Rocío Gómez (28) cada vez que entraba a su trabajo y verle a sus jefes, en la empresa Cumplo S.A, ligada al empresario Pedro Fadul. Al principio normalizó este sentimiento por la necesidad y la falta de empleo, pero desde hace unos meses la situación ya fue insostenible para ella, ya que, según denuncia, sus superiores ya la maltrataban con gritos y ofensas.

La joven asuncena trabajaba en el departamento de telecrobanzas, es decir llamaba a los morosos a cobrar las deudas por cheques a clientes de una financiera. Según su relato, nunca tuvo inconvenientes en sus funciones, sino que sus supervisores, la administradora y el gerente eran el problema para ella, debido a que supuestamente no querían pagarle ni por sus vacaciones, menos hacerle valer los días libres que le corresponde. Cada vez que reclamaba su sueldo, la maltrataban, alega.

Aguantó esta situación hasta el viernes pasado, ya que desde que empezó junio los roces eran más frecuentes y fuertes, sobre todo desde que presentó una denuncia formal ante el Ministerio de Trabajo contra la empresa por mobbing (acoso laboral). Acusó a la administradora por ser una de las que más le maltrató.

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“Yo soy tu jefa y te voy a hablar con yo quiera que me dijo una vez cuando le pedí que no me maltrate más. Se enojó porque llamé a la sección de caja a consultar si me pagarían por mis días de vacaciones”, indicó la mujer.

La joven aguarda cobrar su liquidación completa, tras su renuncia, aunque resaltó que su mayor miedo es que no le den todo lo que le pertenece por su antigüedad de 3 años en el lugar. Incluso, tuvo que contratar un abogado, atendiendo los antecedentes de sus excompañeros que también salieron de la empresa. “A muchos no les pagaba la liquidación, y ellos no reclamaban porque ya estaban hartos del lugar”, comentó Liz.