“Mi hijo, el mayor de 34 años, tuvo varios accidentes y está muy metido en el vicio. Estoy tratando de que mis cuatro hijos se conviertan como yo”, decía entre lágrimas María Lezcano mientras oraba frente al sagrario en la iglesia La Encarnación, en Asunción.
La mujer hizo ayer el recorrido de las Siete Iglesias como todos los años y, en cada templo, pidió por sus retoños. “Ellos son mi tesoro más grande, yo no tengo riquezas, son ellos mi todo”, añadió la mujer, muy emocionada. Al igual que Lezcano, familias enteras cumplieron con la tradición de pedir y agradecer a Dios por la salud y el bienestar de sus más cercanos.
Uno de los recintos elegidos fue La Encarnación, donde a las 14:00 se realizó la lectura de las Siete Palabras, las últimas frases dichas por Jesús antes de morir. Luego, se procedió a colocar la imagen de Cristo en el “sepulcro” de madera.
Acto seguido, se realizó la lectura de la Pasión de Jesús de la mano del padre Ángel Arévalo y otros colabores. En su homilía, el cura instó a los feligreses a dejar la vida mundana por una más cercana a la religión.
En el lugar, las imágenes de los santos estaban cubiertas por un manto púrpura. La cruz que estaba oculta por una tela roja fue llevada por los servidores hasta el altar, donde el sacerdote finalmente la besó. Los participantes después siguieron en procesión la imagen del Hijo de Dios, cuya cabeza estaba adornada con una corona de espinas. Los feligreses recorrieron los alrededores de la iglesia capitalina, para luego seguir al “sepulcro” hasta un sepulcro que se encontraba en el interior del templo.