David Thompson navegaba con su velero Enthalpy II en el océano Atlántico, muy lejos de la costa norte de Puerto Rico, cuando una ola lo tiró al agua. Tomó una soga y volvió a subir, pero otra ola lo tiró; no pudo agarrar la cuerda y perdió su chaleco salvavidas. Era la una de la tarde.
A la deriva
Su embarcación se alejó; estaba solo en medio del océano, sin chaleco. No se desesperó: nadaba un rato y luego flotaba sobre sus espaldas. Pensaba en su nieta de dos años y medio: “Quería verla y abrazarla de nuevo. Además tengo una esposa y una buena vida. No quería morir”, expresó. Casi muerto, luego de 7 horas llegó a una playa puertorriqueña.
Lo creyeron borracho
Con los restos de una camisa cubriendo sus partes íntimas, pidió ayuda: todos pensaron que estaba borracho por su aspecto demacrado y cortado en las piernas por los arrecifes de la costa. Finalmente lo ayudaron en un hotel y lo llevaron a un hospital. Ahora se recupera , acompañado por su esposa, quien dijo: “Es muy tenaz. Y determinado. Cuando se le mete algo en la cabeza, nada lo hace cambiar de idea, lo que puede ser bastante irritante para una esposa”, comentó entre risas.