En una declaración conjunta, el soberano pontífice y el más prestigioso dignatario de las Iglesias Ortodoxas, el patriarca de Constantinopla Bartolomeo I, aseguraron que no pueden resignarse “a un Medio Oriente sin cristianos”.
“Muchos de nuestros hermanos y hermanas están siendo perseguidos y se han visto forzados, con violencia, a dejar sus hogares”, lamentaron en el texto difundido este domingo. “Y, por desgracia, todo esto acaece por la indiferencia de muchos”.
La ofensiva que lanzaron en junio los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) en Irak y en Siria dejó a centenares de miles de desplazados, entre ellos decenas de miles de cristianos víctimas de exacciones.
“La terrible situación de los cristianos y de todos los que están sufriendo en Medio Oriente, no sólo requiere nuestra oración constante, sino también una respuesta adecuada por parte de la comunidad internacional”, insistieron los dos prelados.
Antes de regresar a Roma al final de la tarde, el papa argentino, fiel a su costumbre, se reunió con un centenar de jóvenes refugiados de todas las confesiones procedentes de Siria, Irak y el Cuerno de África.
Francisco elogió los esfuerzos de Turquía, que alberga a más de 2 millones de desplazados, pero lamentó las condiciones de vida “degradantes” e “intolerables”.
“Me dirijo a los jefes políticos para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspira a la paz, aunque a veces no tenga fuerzas ni voz para pedirla”, agregó.
El viaje del papa también tenía por objetivo estrechar las relaciones entre la Iglesia Católica Romana y las iglesias ortodoxas.
“Lo único que desea la Iglesia Católica y que yo busco como obispo de Roma es la comunión con las iglesias ortodoxas”, aseguró Francisco en una ceremonia de cerca de tres horas celebrada en San Bartolomeo en el día de San Andrés, apóstol de Jesús según la tradición, y patrón de la Iglesia de Oriente.