Cerca de la media noche y muy pasado de copas llegó Alejandro Tomás Penayo Serna (28) a su casa, ubicada en San Roque González de Santacruz, del Departamento de Paraguarí, y armó un sarambi.
El joven entró a la cocina y comenzó a buscar algo para comer. Revolvió la heladera, la fiambrera y revisó cada una de las ollas.
Su mamá, quien descansaba en su pieza, no le hizo caso, pero ocurrió algo peor.
El hijo de 11 años de edad se levantó para averiguar qué sucedía.
Trató de ayudar a su hermano a encontrar algo que comer, pero solo alimentó su enojo.
La fiscal Betti Brítez manifestó que el joven cometió una serie de hechos de violencia contra su familia porque no le gustó lo que había para comer.
El adolescente le ofreció un guiso que había quedado del almuerzo, pero él quería algo más.
Enloqueció porque no se preparó la cena y comenzó a arrojar las ollas y todos los cubiertos que encontraba a su alcance.
VIOLENCIA DESMEDIDA
El grito de terror del niño hizo que la mamá saltara de la cama.
Corrió a la cocina a ver qué era todo ese ruido y encontró una escena espeluznante: su gato estaba bañado en sangre, tirado en el suelo aparentemente muerto.
El nene de 11 años dijo que su hermano lo había matado a golpes con una muleta de madera.
La señora discutió de la peor manera con su hijo y a empujones le exigió que se vaya de la casa, pero eso no pasó.
Alejandro molió a golpes a su mamá frente a su hermano menor.
Luego de dejarla en el piso, salió de la casa.
La señora llamó a la policía y pidió auxilio. Pero el hijo descarriado regresó con un viejo machete en sus manos.
Señaló a su mamá con el arma punzante. La doña intentó correr, pero el machetazo le alcanzó a la altura del cuello y el hombro.
La víctima cayó al piso, desvanecida por el dolor, pero nuevamente recibió patadas. Luego, el violento hombre huyó.
El hecho ocurrió hace un mes, pero recién ayer se le imputó al supuesto autor.
La fiscal Brítez, de Carapeguá, señaló que no es la primera vez que el muchacho violenta a su mamá y a sus hermanos.
Alejandro está imputado por violencia familiar y también “zoocidio”, por matar a golpes al gato de la casa.
La investigadora ya ordenó la detención del denunciado, pero continúa prófugo. Además, requirió su rebeldía y espera que pronto cumpla su prisión.