Amaneció un día y el conocido y querido peluquero Adolfo González pilló que durante la madrugada un ladrón se había llevado su bicicleta.
La misma era una de esas que precisamente barata no es, entonces quedó un poco golpeado con la situación. Ocurrió en pleno centro de San Pedro del Ycuamandiyú.
Las cámaras de circuito cerrado de la peluquería de Adolfo captaron el momento en que el delincuente se llevó su costoso biciclo. Pero a la mañana siguiente se llevó una verdadera sorpresa, confusamente grata. Su preciada bicicleta apareció de nuevo, con una pequeña esquela encima.
El delincuente aparentemente al enterarse que era propiedad del querido peluquero, se fue a devolverle. Con algunos errores de ortografía, el ladrón le dejó una cartita, pidiendo perdón. “Un amigo me dijo que la bici era suya”, escribió con puño y letra.