“Más vale cuidar la tarjeta de micro como oro. El otro día me quisieron vender la tarjeta Más a G. 40.000. Es una locura”, dijo José Domínguez.
Pilló que dejó su tarjeta en la casa cuando ya estaba en la parada y optó por viajar en Bolt.
“Sobre Mariscal López y República Argentina me ofrecieron a ese precio de infarto”, señaló.
En la Terminal de Asunción venden los plásticos a distintos precios.
“A G. 35.000 me quisieron vender en la Terminal, las dos marcas estaban al mismo precio. Después salí a buscar y en un negocio me vendieron por G. 30.000, con un pasaje. Me parece un abuso el costo”, expresó.
La tarjeta de Mariela Sosa dejó de funcionar de un día para el otro.
“Yo compré en su lanzamiento a G. 10.000 y todavía usaba el mismo. Cuando se descompuso llamé a la empresa y me indicaron que estaba dañada, pero no se rompió ni nada”, recordó.
La única solución que dieron a la joven es que compre uno nuevo.
“Creo que ellos mismos dan de baja las primeras tarjetas para obligarte a comprar otra mucho más cara. Tampoco recuperé los G. 15.000 que tenía en el viejo”, lamentó.
Todo subió
La tarjeta Jaha ya subió su precio tres veces. Al principio estaba solo a G. 10.000, un precio promocional que incluía G. 7.000 de saldo para el pasaje.
Tras unos meses subió a G. 15.000 y, el año pasado, a G. 20.000.
El 24 de enero, la tarjeta nuevamente aumentó de precio. Pasó a costar G. 25.000, según Andrea Miracca, vocera de JAHA.
Sin embargo, todos estos precios pueden ser modificados según la conveniencia del vendedor. La empresa no lleva un control.
“Lastimosamente cada local comercial puede vender al precio que desee. Las empresas prestadoras de servicio del billetaje electrónico sugerimos a los comercios el precio de venta final al público (G. 25.000), no podemos obligar. Queda a criterio de cada punto de venta”, expresó.