Tenía 15 años cuando, tomados de la mano con su papá, conoció al primer amor de su vida.
Desde ese entonces ya no pudo controlar la adicción por el Ciclón. Noelia Quintana guarda en su memoria el tesoro invaluable del día en que don Pedro la llevó a la cancha.
“Era una adolescente y mi papá era súper cerrista, me enseñó a querer esos colores. Desde ahí sigo a Cerro adonde va”, dijo a EXTRA. La pasión por el azulgrana siempre estuvo presente incluso en los momentos más difíciles.
“Hace dos años a papá le agarró un ACV y estaba mal, nos dijeron que lo llevemos nomás ya a casa. Eso pasó 8 días antes de la inauguración de la Nueva Olla, yo quería irme pero estaba con el corazón dividido porque tampoco quería dejarle a papá. Mamá, conociendo mi fanatismo me dijo que me fuera, que eso es lo que papá me diría y entonces fui. La madrugada siguiente él murió. Sentí que papá me hizo el aguante hasta el final”, recordó emocionada.
Tres meses después decidió inmortalizar en la piel aquel primer día camino a la vieja Olla. “Ese tatuaje es el símbolo de mi vida”, aseguró la fanática.
El otro amor
Cerro es el mundo dentro del mundo de Noe y eso quedó demostrado cuando encontró a su segundo amor.
“En el centenario de Cerro le conocí a mi otro amor”, contó soltando una carcajada. Recordó que durante la fiesta del centenario del Ciclón encontró a su media naranja. “Estaba en preferencias y muriéndome de sed, él (Éver Martínez) me invitó una coca, hablamos y así comenzó todo. Hoy estamos casados y con un hijo”, expresó Noe, quien año tras año renueva su fidelidad hacia el club de barrio Obrero.