Roberto Britos se fue ayer con su furgoneta y carrito de pororó cargado al estadio municipal de Quyquyhó, Paraguarí, y se enteró de que no le iban a dejar entrar.
“No soy de hacer este tipo de videos, me da vergüenza pero no puedo remediar. El que no llora, no mama. Retiraré todas mis cosas y me iré de acá”, contó en redes sociales.
El episodio coincide con el de la semana pasada en Atyrá, donde no le dejaron entrar a un vendedor de bollos para favorecer a los chiperos.
“Lastimosamente estamos mal como sociedad. No tenemos empatía, no tenemos solidaridad con nuestros semejantes”, lamentó el vendedor que encima es bombero.
“Los vendedores ambulantes dependemos de los torines, festivales, todos los eventos que puedan aglomerar personas”, explicó.
“Pero lastimosamente nuestra sociedad se volvió muy mala, esa es la realidad, porque yo no le perjudico a nadie, el que va a comer pancho va a comer pancho, no le van a obligar a comer tres si va a comprar dos”, resaltó.
Expresó que es difícil conseguir el sustento y que no le queda otra que rebuscarse en otro lugar.
Su video se llenó de mensajes de aliento y una hora después Britos volvía a postear otro video. Esta vez desde la cancha del 29 de Septiembre de la misma ciudad, y dijo, “No todo está perdido. Gracias por tener consideración y entender que todos juntos podemos hacer patria”.