Historia de Juan
Respuesta:
Todo tiene que ver con el consentimiento y la comprensión, si ambos llegan a un acuerdo mutuo y siempre que no sea peligroso para la salud.
Es bueno conversar, ver las limitaciones y medir los propios prejuicios que se tenga al respecto, para algunos es algo “perverso”, pero tener fantasías sexuales y algunos fetiches es completamente normal.
En principio puede que el temor a la reacción del otro, pero lo importante es perder ese miedo de hablarlo con tu pareja y que decidan lo que decidan no genere incomodidad.
Compartir de manera íntima con ella hablar de lo que les gusta y no, eso le inyecta vitaminas a la relación. No todas las veces estarás de acuerdo y si no te gusta la idea ella tendrá que respetar tu no, pero de vez en cuando puedes darte permiso de experimentar otras opciones, no obligarte a hacer algo que no le gusta, pero sí estar dispuesto a complacer a la pareja en lo posible.
Hay una infinidad de fetiches, algunos de los más comunes son oler la ropa interior de preferencia usada (misofilia), usar hormigas u otros insectos por el cuerpo (formicofília) y el fetichismo por la mujer fumadora (capnolagnia) o la que siente atracción por los dispositivos como teléfonos y máquinas tecnológicas (tecnosexual).
Expresar los deseos más íntimos puede romper la rutina y servir de combustible para el mayor afrodisiaco que tenemos, que es la mente. No todo tiene que ser sexual, puede ser algo romántico, sensual. Hay que dar rienda suelta a la imaginación y descubrir aquello que mayor deseo o excitación les provoque y potenciarlo.