A Camilo Silvero le importan poco los objetos materiales. A sus 13 años, acababa de recibir como regalo de cumpleaños un cuaciclón. Cuando se enteró de que Derlis necesitaba con suma urgencia una prótesis, dado que padece de cáncer de huesos, no dudó ni un instante. Se puso en campaña y organizó una rifa cuyo premio era nada menos que el vehículo que le habían obsequiado. ¿Cómo no tener este gesto con quien es su mejor amigo, su compinche... su capé?
Ayer, el muchachito hizo entrega de lo que ya logró recaudar en la cruzada que emprendió. Juntó unos G. 20.000.000 que servirán para la adquisición del aparato, cuyo costo ronda los G. 44.000.000 y debe traerse del Brasil. La cara del mita’i era el más fiel reflejo de la felicidad al hacer entrega del dinero. ¡Parecía más contento que el propio Derlis!
La noble y conmovedora acción de Camilo causó un tremendo impacto en la ciudadanía. La iniciativa ganó espacio en las redes sociales, en los medios de comunicación e incluso traspasó fronteras. Lo que hizo este risueño adolescente debe llamarnos a una profunda reflexión. Debemos tomarlo como ejemplo.
Este chico nos enseñó que los bienes materiales no hacen la felicidad y que al pedo nos preocupamos en vestir ropas de marca, ir a los lugares más caros y obsesionarnos con celulares o estúpidos PlayStation. Nada de eso llevaremos a nuestra tumba a la hora de la verdad. Nos enseñó que el más preciado de los bienes son nuestros seres queridos, que el m ejor tesoro son los amigos de verdad y que no hay sensación más hermosa que un abrazo sincero.
Ah, los políticos corruptos, los planilleros, los que roban al Estado, los criminales, los que arrojan basura en la calle y los arroyos, los “mala persona”, los amargados y los chantas deberían comprarse una vida, dejar de joder a los demás y aprender de esta tremenda lección de vida.
Como estamos en el mes de la amistad, yo quiero tener un millón de Camilos para darle una mejor cara a esta abatida sociedad. Ya tú sabes.