19 may. 2025

Volverá a pasar

@marianonin1 @marianonin1

Eran pasadas las 21 hs de la noche. Félix Ferreira y su señora estaban en su casa. Delante de la vivienda tienen una despensa que en ese momento era atendida por la mujer. Un hombre entró como cliente, pero al parecer, quiso asaltar el negocio. María, la esposa de Félix, gritó alertando a su marido. Después sobrevino la tragedia.

El hombre tomó un revolver y corrió en su auxilio. Fueron dos disparos a las piernas del presunto delincuente en un intento de inmovilizarlo o darle un gran susto, pero uno de los disparos dañó una arteria principal y poco después el hombre murió desangrado. La víctima resultaba ser Juan Riveros, un exconvicto de 25 años. Sucedió en San Antonio, aquí en el Departamento Central.

Desde afuera lo vemos como otro lejano caso de “justicia por manos propias”, pero el suceso va más allá de una simple anécdota callejera. Félix será procesado por homicidio culposo y posesión ilegal de armas.

Es solo un ejemplo de una tragedia que se podría haber evitado si las instituciones hicieran su trabajo. La reinserción de reclusos es solo una utopía. La verdad es que la superpoblación y falta de políticas convierten a las prisiones en grandes escuelas del crimen donde sobrevive el más fuerte y la libertad solo es una puerta para volver a entrar.

La vida de Félix ya no será la misma, quizás tampoco la de su familia ni la de la familia del hombre que mató. La inseguridad nos depara solo incertidumbre. Siempre repito que las políticas públicas tienen que dar buenos resultados para que estas historias no se repitan. Educación, para que los jóvenes vean un futuro. Presos que salgan con espíritu de trabajo.

Armas controladas para que no caigan en inexpertos y todas esas cosas que hacen predecibles las situaciones críticas y angustiantes. Mientras no sea así, las balas nos seguirán enlutando en una interminable rueda de crónicas policiales.