
Debo admitir que, si hay algo que me divierte y me genera absoluta satisfacción es ver a un corrupto acorralado. En un país donde la justicia solo es capaz de castigar y encarcelar a ladrones de poca monta, pero se deja burlar por ladronzuelos de cuello alto y guantes blancos, uno de los castigos que quedan a mano es la condena social, la exposición, el escarnio público.
El dejar en evidencia a quienes tanto daño hacen desde los cargos públicos es una forma de hacer justicia. Hasta hoy recuerdo las veces que hemos invitado a Roberto Cárdenas, siendo este intendente de Lambaré, para que dé explicaciones sobre los usos del dinero del Fonacide, cuyas irregularidades una y otra vez hemos publicado en AAM. Todas las veces se negó.
Llegó al punto de llamar a directivos del medio para frenar las publicaciones bajo amenazas de todo tipo, así como operan los corruptos y cobardes. El tiempo nos dio la razón y hoy, además, de haber perdido las elecciones merecidamente y como un castigo del pueblo lambareño a su inutilidad y a su deshonestidad, Cárdenas, el responsable del derrumbe del techo del Colegio Nacional de Lambaré sobre niños y niñas que estaban dando clases es también sospechoso del desvío de unos 8.000.000.000 de guaraníes.
Sin salida y dando los últimos los últimos manotazos, chicanear es lo que le queda, al menos para ganar tiempo hasta que le llegue la hora de pagar no solo por una de las gestiones más nefastas a nivel municipal sino que por el robo descarado que investiga el ministerio público.
El tiempo nos va a decir si la justicia estuvo o no a la altura del caso por el cual es acusado Cárdenas. Su soberbia por de pronto ya le dio una lección; tener que aguantar desde la llanura los embates. Si algo de coraje tuviera debería permitir que la investigación avance, debería dejar de perseguir y amenazar a la fiscala Agüero y dejar de poner trabas al proceso. Enfrente a la justicia Roberto, hoy todos sabemos la verdad.