A veces la vida nos pone a prueba, nos plantea situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad, una ruptura de pareja, la muerte de un ser querido, el fracaso de un sueño, problemas económicos…
Hay circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos fuerza y voluntad para continuar. Tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y apostar por la resiliencia.
Las personas resilientes son positivas y con sentido del humor. Les gusta disfrutar de las relaciones humanas; son sociables, se muestran asertivos al comunicarse. Presentan un adecuado control de los impulsos y de sus emociones en general.
También consideran que ante la adversidad tiene recursos para resolver el problema o controlar su emoción. Tienen un adecuado nivel de autoestima y se perciben como competentes, por lo que confían en sí mismos. Las personas con resiliencia son flexibles en sus pensamientos.