
Hace una semana, el conductor de radio y televisión, Alvaro Mora, pateó el tablero formando parte de una ingeniosa campaña de inclusión impulsada por la Fundación Saraki. La misma consistía en un supuesto ofrecimiento de trabajo en las redes sociales y en el cual el mediático pedía a los discapacitados abstenerse debido a que no iban a ser tenidos en cuenta.
Como era de esperarse, la reacción de los indignados de siempre no se hizo esperar, le dijeron de todo a Mora, inclusive le desearon la muerte. Luego, el locutor reveló la verdad, su posteo formaba parte de una campaña de inclusión.
Mora y la Fundación Saraki fueron cuestionados por muchas personas que consideraron que la campaña era demasiado ofensiva y señalaron que las entidades y los gobernantes de turno deberían enfocarse en crear leyes para convertir a Paraguay en un lugar inclusivo en todos los sentidos. Nuestro país cuenta con leyes sobre la inclusión laboral de personas con discapacidad, pero dichas normativas son letra muerta, nuestros compatriotas siguen siendo excluidos.
Tal vez, Alvaro, la persona elegida para dar el punta pie inicial a la campaña, no les caiga simpático a muchos, pero guste o no cumplió con el objetivo, dejó en evidencia una realidad social. Es probable que si cambiamos de actitud podamos ver más allá de nuestras narices y nos percatemos de la realidad.
Si cambiamos análisis por puteada nos demos cuenta de lo que ocurre, en esta ocasión, de que nuestro país está a miles de año luz de ser un país inclusivo y que existe la necesidad de que todos trabajemos para cambiar esta realidad. Pero usar más la cabeza de vez en cuando puede aplicarse en todo tipo de situaciones y nos permite encontrar soluciones reales y no solo enojo espontáneo.
¿Qué tal si nos enojamos menos y pensamos más?, vamos a intentarlo, no perdemos nada.