La Cámara de Diputados es la única que sigue recibiendo el privilegio del bono de combustible. Me pregunto, ¿cómo es que tienen la osadía de recibir este dinero cuando toda la ciudadanía sufre las consecuencias de las subas?
Los adultos trabajan para comer y movilizarse, porque el dinero no alcanza para nada más, al menos sin endeudarse. Los chicos se alimentan cada vez peor porque los costos de la canasta básica se disparan. Los que no tienen auto deben aguantar el pésimo servicio del transporte público y, en algunos casos, hasta con aumento en el precio del pasaje.
Mientras tanto, los 80 diputados están tranquilos, disfrutando de los G. 3.500.000 que se les asigna por mes para su combustible.
Ese dinero sale del bolsillo de cada uno de los contribuyentes. Con el pago de impuesto, con cada compra, estás colaborando para el bono de los diputados. Los Senadores tuvieron un poco de moral y, el año pasado, eliminaron este privilegio.
Hoy el Gobierno discute de dónde sacará el dinero para cumplir lo que prometió: la reducción del precio de gasoil común y la nafta de 93 octanos. Se manejan tres opciones: Liberar a Petropar de las transferencias que realiza a Hacienda, aumentar impuestos y recortar “gastos superfluos”.
Este último ni debería de existir. Los bonos de combustibles y los millones que se destinan en bocaditos y hasta arreglos florales para el Congreso son una bofetada para todos los paraguayos. Los diputados demostraron que ni ante tamaña crisis cederá a sus privilegios, por eso es momento que las leyes cambien y que ese dinero despilfarrado sea redireccionado para el bienestar del pueblo.