El cuchillo que Richard usaba era para cortar carne. Era buen cocinero, tanto que renunció a su trabajo para abrir una pizzería, pero su ilusión duró poco. A semanas de inaugurarlo, un delincuente entró al local y encañonó a la cajera. El ladrón disparó contra Richard tres veces y él lo mató a puñaladas. Salvó su vida y el de la cajera. Sus manos estaban manchadas de sangre y no era de carne para cocinar. Él solo quería ser pizzero.
Los asaltos violentos se volvieron el pan de cada día. Los bandidos asaltan, los motochorros andan de fiesta, los caballos locos volvieron. Los sicarios ya no se limitan a delinquir en la frontera. Avanzaron por todo el país, operan y matan en la capital. Ya no temen nada ni a nadie. Los que sí andan temerosos son las personas de bien. Los emprendedores temen abrir negocios, los trabajadores rezan antes de salir de casa, los estudiantes viven en zozobra. Porque cuando la inseguridad reina, los ciudadanos andan presos. Juan Ernesto Villamayor, ministro del Interior, será interpelado por el Senado el miércoles. Está en riesgo su continuidad al frente de una institución violada por los delincuentes.