Esta semana Ciudad del Este se vio sacudida por la poca ortodoxa protesta hecha por Paraguayo “Payo” Cubas y el concejal Celso “Kelembu” Miranda, acompañados por el abogado Jorge Brítez. Payo y Kelembu hace tiempo que están denunciando supuestas irregularidades en la comuna esteña, salvada de la intervención por los parlamentarios.
Hartos de expedientes cajoneados por fiscales omisos (por decir algo liviano), decidieron realizar pintatas con aerosoles en las oficinas de los fiscales.
En la posterior detención, Payo decidió no hablar y en un acto que demuestra una locura total o un profundo simbolismo, decidió quedarse como Dios lo trajo al mundo y cubrir sus partes pudendas con lo que una periodista definió como una “diminuta toalla”. (Luego, Paraguayo Cubas fue detenido, ha de tener un récord en detencionescuando pretendía llegar a Asunción para seguir con sus pintatas).
La “opinión pública” se dividió entre los que dicen que Payo y Kelembu son unos payasos y los que sostienen que representan la indignación general ante la justicia inclinada hacia un lado. Una cosa es cierta: estamos tan acostumbrados a las palabras “corrupción”, “coimas”, “jueces comprados”, “fiscales comprados”, que ya ni nos conmueven.
¿Alguien se hubiera fijado si los mencionados presentaban un escrito?
Por otro lado, no son originales: en Estados Unidos, varios famosos anunciaron que se desnudarán si gana Hillary (entre ellos Scarlett Johansson). Para los que dicen que es poco apropiado e indigno que un abogado (como Payo) ande mostrando sus carnes, me parece que son más indignos los encorbatados que regulan millonarios honorarios al estado o que pierden casos a propósito pero siempre ganan plata.
Lo de Payo es un golpazo a nuestra anquilosada rebeldía. Muchos estamos hartos, pero no decimos nada, salvo unas líneas en el Facebook o en mi caso, en este diario. Y ni hablar de enfrentarnos a la policía con simples pinturas. Y somos tanto o más lindos que Payo, que conste.