@pablonoearaujo En un país en donde la rutina es contar miserias, por la profunda y miserable desigualdad social a la que estamos condenados a subsistir, lo más fácil es creer que con recursos financieros se pueden edificar un destino.
Desde la lógica de una sociedad postmoderna, en donde el esquema mercantilista no solo impone su práctica sino que hace escuela; lo más prudente, equilibrado y esperable es pensar que todo está a la venta. Sin embargo, no siempre se cumple este razonamiento.
Como la sonrisa de un niño o la alegría de una nueva oportunidad en el horizonte, la vida nos muestra cotidianamente casos que son imposibles de ubicar en el marco de una lógica económica de mercado. Dentro del duro contexto social, difícil de sobrellevar periódicamente vemos ejemplos de gallardía, honestidad y entrega, valores que no se consiguen fácilmente, y que no están en oferta.
Quien piensa que todo está en una góndola, en donde el mejor postor se lleva lo que le apetece, posee una visión limitada de la existencia del hombre. Quien desconoce la esencia humana, cargada de valores desde el inicio de su vida hasta su último suspiro, desprecia desde su ignorancia la posibilidad de construir. Con estas acciones poco felices intenta autoengañarse, creyendo que la plataforma de la billetera, es el único requisito para engalanar imágenes ficticias.
La ilusión de construir un país mejor, con mayores chances de desarrollo para todos, tiene como base un gran acuerdo, que debe partir de un diálogo abierto entre los ciudadanos. .
Intentar maquillar la realidad desde una opinión pública anestesiada por una lógica implantada en los medios de comunicación, no hace más que agravar una crisis, que jamás debería despegarse del hombre como centro de las demandas.
La libertad, elemento intrínseco al hombre no puede despreciarse. La dignidad humana no tiene precio y ese es un elemento que no debe perderse del análisis. Nunca, si intentamos forjar un Paraguay mejor.