Fueron horas de mucha emoción las del fin de semana. Horas quenos llevaban de la alegría a la incertidumbre, de la incertidumbre a la esperanza y de ahí de nuevo al miedo. 28 horas eran las únicas que teníamos para lograr llegar una meta que iba más allá de los 13.000 millones de guaraníes. La meta era estar a la altura del sacrificio y de los sueños de miles de familias que asisten a la fundación en busca de lo que el estado hasta hoy no fue capaz de darles.
Todos tratamos de dar el mejor de nuestros esfuerzos porque sabemos de la responsabilidad que cargamos encima y es asegurar que la atención pueda llegar a más niños y niñas de 0 a 18 años. Cada testimonio representa apenas una muestra de la situación de miles de compatriotas que hacen hasta lo imposible por superar los límites de la exclusión con falta de caminos de todos: tiempo, medios de transporte, problemas económicos que no cubren lo básico y la falta de centros y profesionales que se acerquen a la calidad de tratamientos que brinda la fundación.
Son horas de mucha presión porque nos sentimos responsables de hacer entender a todos la importancia del aporte que nos permite construir, ladrillo por ladrillo, una nueva esperanza. No podíamos fallar.
Vivimos en una sociedad cuya historia nos dice que hay muchos motivos para no creer, pero Teletón no puede cargar de manera injusta con ese estigma. Es una Fundación cuyos balances están disponibles en tiempo real y que logró llegar, hoy podemos decir con orgullo a 4 centros de rehabilitación de primer nivel.
Aquellos que aportaron a la causa ya hicieron lo suyo y quienes como voluntarios sumamos nuestro trabajo a la fundación vamos a ser los más celosos custodios de el buen uso de esos recursos. Hoy le toca a cada administrador volver a honrar la confianza de todos y hacer posible la otra meta: del dinero hacer obras, gracias a las obras brindar atención integral y estas atenciones convertirlas en sueños hechos realidad.