05 mar. 2025

No es una serie de narcos, es PJC

@marianonin1 @marianonin1

No se detiene. La violencia hizo de Pedro Juan Caballero un infierno. Las muertes van en aumento y siguen creciendo las estadísticas. El terror se adueñó del progreso e impone su reinado sobre la base de sicarios y balazos. A sangre y fuego. Ya no se escucha “si no te metés en nada no pasa nada”, no. Hoy todos están expuestos.

Ciudadanos de bien, niños, jóvenes y mafiosos en la misma bolsa, deseando que al salir a la calle puedan volver a casa.

No se sabe muy bien si todo está relacionado con la muerte de Jorge Rafaat o si el Primer Comando Capital extiende su dominio en una ciudad sin ley ni orden. O si detrás de todo está la mano del “empresario” Jarvis Chimenes Pavão o no es más que una sinfonía corrupta de políticos inescrupulosos e intocables.

Lo cierto es que el sonido de las balas se escucha en todo el país para recordarnos que la mafia existe y vive entre nosotros. Advirtiéndonos. Amenazándonos. Asesinándonos.

Se dice que entre 5 y 25 personas son ajusticiadas cada mes por el narcotráfico en Pedro Juan Caballero. Y es que el negocio es grande. Según el departamento de Estado estadounidense, Paraguay es uno de los mayores países productores de marihuana de Latinoamérica.

Según estudios, la droga y el lavado de dinero mueven unos 6.000 millones de dólares al año, dinero que en su mayoria se reparten los capos del narcotráfico en la frontera. Eso seduce a los jóvenes que sueñan con plata fácil. Son el eslabón más débil de la cadena.

La droga es el principal corruptor de mujeres. Solo basta mirar hacia el Buen Pastor: el 79% de las reclusas están allí por narcotráfico. Pero los jóvenes siguen soñando.

El resto lo hace la televisión, aunque muchos nunca terminarán siendo protagonistas de esta serie narco y solo agrandarán las estadísticas de luto y destrucción de una fábrica de muerte que no se detiene.