Línea 26. Viernes. Una mujer que carga en sus brazos a una niña que casi le iguala en estatura hace la parada al colectivo. La señora, con mucho esfuerzo, abona su pasaje y toma asiento en el lugar que le cedieron dos oficinistas. Es imposible no percatarse de que su hija padece de un problema neurológico que le impide tener una buena motricidad.
Era admirable de qué manera ese ángel llamado mamá cuidaba de ella, le limpiaba la boca, retocaba su cabello, secaba su sudor. Se bajaron en la zona de Villa Morra. Estaban solas, no había nadie quién las ayudara a llevar sus cosas hasta su destino.
Muchas cosas pasaron por mi cabeza al mirarlas. Una de ellas fue que mientras esta madre lucha como una gladiadora día a día por su nena, muchos nos quejamos de “problemas” tan estúpidos como: no tengo internet, me dejó en “visto”, se me rompió la uña.
Mediodía de ese mismo viernes. Mironeando la red me entero de que alguien llamado Stefano De Santis es recibido como una celebridad por un grupo de chicas en el aeropuerto. “Bebé de la casa”, fue uno de los carteles con que le dieron la bienvenida.
Hicieron una “vaquita” para traerlo a Paraguay desde Italia. Lo pasearon en limusina. Estuvo en programas de TV. Lo idolatraron porque tiene el mismo nombre que uno de los guardias pintones del Papa. El joven italiano aclaró que no era el custodio en cuestión, pero qué importaba...era demasiado “churro”.
En su visita a Paraguay, Bergoglio hizo hincapié en la solidaridad: “Solidaridad, hacerse cargo de los problemas de los demás”, aclaró. Qué bien le hubiese venido a la señora del micro recibir una partecita del gesto de las anfitrionas. Claro, uno puede hacer con su plata lo que se le antoje. Leí que organizaron un encuentro con fines benéficos para que todas pudiesen conocer al “guardia mau”. Lo ideal, si es que querían demostrar su solidaridad, era usar el dinero del viaje haciendo una donación a algún hogar de niños, hospital, asilo, etc. El “vendedor de pororó” no tiene la culpa en todo esto.
El tema está en que la solidaridad, para muchos, no viaja en micros sino en avión. No es nada personal el plagueo, De Santis. Ya tú sabes.