14 dic. 2024

Mi mundo imaginario

Por Hugo Barrios @Huguelli Por Hugo Barrios @Huguelli

En mi mundo imaginario, aquel desalojo en Morombí de hace cuatro años se realizó de forma pacífica. Los policías hicieron su trabajo y los campesinos aceptaron abandonar los campos, sin renunciar después a su justa lucha por la tierra. No hubo heridos ni muertos. No hubo juicio político y el pastorcillo mentiroso siguió administrando los destinos del país, con más desaciertos que logros, hasta el final de su mandato constitucional.

Pero la realidad dista mucho de ese mundo imaginario. La realidad es que, en aquel procedimiento murieron seis policías y once labriegos tras un absurdo y lamentable enfrentamiento a tiros. El obispo devenido en desastroso presidente de la República fue destituido en un juicio político y asumió el florero llorón. Los buitres que escupieron “por la condena” por poco y no se sintieron héroes a costa de la sangre derramada allá en Curuguaty.

Después de ese mundo imaginario y la realidad, ahora nos toca vivir una pesadilla. La pesadilla hoy nos dice que la justicia castigó a los 11 acusados de la masacre de Curuguaty con penas que van hasta los 35 años de cárcel. Todo ello, en un proceso y un juicio que arrojaron más dudas que certidumbre.

Las pruebas fueron tan ridículas como las planteadas en el juicio político del sacerdote-papá. No hubo un exhaustivo criterio científico para demostrar que los acusados de homicidio fueron culpables. Las evidencias arrimadas son poco serias, traídas de los pelos (cortauñas, kepis, perfumes y hasta ¡papel higiénico!).

Claro, el presidente del Tribunal confía en que el veredicto al que llegaron es justo. “Hemos actuado conforme a las pruebas que se nos han presentado. Son pruebas testificales, fotográficas, reconstrucción de los hechos, informes y filmaciones”, argumentó el juez Ramón Trinidad Zelaya.

Claro, el magistrado cree que olvidamos que estuvo en el penal de Tacumbú en 2006 por estar involucrado en un caso de coima o que votó por la absolución de Simón Núñez y César Godoy, acusados de narcotráfico al encontrarse en su poder 571 kilos de marihuana prensada.

Esta es la justicia que tenemos. Una justicia tan vergonzosa como sus administradores, llena de dudas como sus jueces, corrupta como sus autoridades. Esta es la justicia de la realidad y no la justa como la de mi mundo imaginario.