Sucedió primero en Argentina. Un médico mató a un delincuente que lo quiso asaltar. No era la primera vez que intentaban sorprenderlo. Esta vez el hombre estaba preparado y no dudó.
Para dimensionar el terror bastaron las declaraciones del hermano del doctor: “Tenía apenas un segundo en que las opciones eran ‘matás o te matan’.” Lo demás ya lo sabemos. Inmediatamente la noticia tuvo repercusión en Paraguay, un país asolado por la inseguridad callejera, y donde los temidos “motochorros” siembran el terror, a la hora que sea.
No se había agotado la polémica cuando los medios publicaban otro suceso similar. Esta vez en Paraguay. Un militar y su esposa volvían de hacer unos mandados cuando fueron acorralados por “presuntos” motochorros en dos motos.
El hombre había llevado un arma “por las dudas” cansado de la inseguridad en la zona. Hubo un tiroteo… dicen que fue rápido. Cuando se fue el humo de los disparos vieron el cuerpo tirado a unos metros. Era un chico de 19 años… tenía cuatro impactos de bala. Su compañero lo abandonó y huyó.
A favor y en contra las reacciones fueron inmediatas. Los vecinos salieron a las calles a defender al militar. Sucede cuando la situación llega a un límite intolerable y las fuerzas públicas denotan una falta de preparación y recursos casi cómplices. Y la Justicia no entiende que liberarlos apenas detenidos supone un riesgo inminente.
Según un estudio de la organización SOCORRO, hay unas 600 bandas criminales que involucran a unas 1.200 personas y que cometen un asalto en menos de 10 segundos. El dato más preocupante es que el 100% es reincidente. Pero ¿es la justicia por manos propias una opción?
Matar o golpear a un asaltante no debería ser una alternativa. Deberíamos confiar en la Policía y en la Justicia. La seguridad es responsabilidad de los poderes del Estado y sin embargo, la situación de inseguridad creciente lleva a muchos a armarse y salir decididos a matar. Pero esa es una opción personal que vas a descubrir cuando te toque.