
En mi época de niñez, cuando vivía allá por la campaña (como suele señalarme un compañero de trabajo por mi origen campesino) a los fármacos se les llamaba “pohã botica”. Recuerdo que, generalmente, los problemas de salud en el campo se resolvían con los remedios yuyos y no con los medicamentos farmacéuticos.
Esa era la costumbre de curar las dolencias físicas. Era muy difícil acudir a los hospitales públicos para curarse y menos en los privados. Esta situación no cambió en la actualidad. Las enfermedades atacan, no hay dinero que alcance, no hay remedios y algo hay que hacer para recuperar la salud quebrantada. Y allí es donde aparecen los remedios yuyos o los brebajes naturales “milagrosos” hechos de hierbas medicinales.
Curar las enfermedades con hierbas medicinales es un arte milenario y no solamente en nuestra cultura autóctona. Cada vez más se menciona esta práctica como una medicina alternativa y que debe ser fortalecida.
Sin embargo, en estos días, al Ministerio de Salud Pública se le ocurrió atacar el uso del pohã ñana. Sendos comunicados contra el terere “pantano”, contra los preparados a base de hierbas sin registro y otras yerbas, pusieron los pelos de punta a los yuyeros, que encuentran a la “medicina natural” como una fuente económica.
Los remedios yuyos son más fáciles de conseguir, a veces se consigue gratis o se compra a bajo costo en los mercados o de cualquier vendedor. Según los entendidos, el efecto del pohã ñana es más prolongado y constante y no tienen efectos secundarios como los remedios “botica”. Además, se puede tomar como té, en el terere o en el mate.
En vez de atacar las plantas y yuyos medicinales, lo que debería hacer el Ministerio de Salud es brindar la posibilidad de estudiar en laboratorios los efectos de esta medicina natural, mejorar el control o registro. De lo contrario, lo único que van a conseguir es armar “guerra” con los yuyeros y fomentar los judas kái en las fiestas de San Juan.