13 dic. 2024

Los indignados y sus martillazos

@ruthbenitezdiaz @ruthbenitezdiaz

“Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”. Así de contundente era Mahatma Gandhi, un sabio indio revolucionario, luchador por la libertad que no tenía Facebook. El sábado saltó la noticia de un perro de la raza pitbull, fue brutalmente agredido por un hombre que casi lo mata a martillazos, en el Área 4 de Ciudad del Este.

Tony resultó con graves heridas en el cráneo. Hasta ahora el agresor no supo explicar las razones de su reacción. Y es que no pueden haber motivos para descargar tanta ira sobre un ser viviente. Los que amamos a los animales no podemos dimensionar la causa. La fiscalía confirmó que el perro ni siquiera agredió a alguien en la casa donde había entrado, así que el hombre no se defendió de Tony porque no atacó a nadie, simplemente intentó matarlo a martillazos.

Este es uno de tantos casos en Paraguay, donde una ley de protección animal promulgada en 2013 por Federico Franco no puede ser aplicada por falta de reglamentación. El domingo se realizó una manifestación en contra del maltrato animal. Tony fue uno de los que motivó la marcha, en repudio a la violencia. Pero no faltaron los que se indignaron desde sus teclados.

En las redes sociales muchos cuestionaron que se arme una movilización “por un perro” mientras Edelio sigue secuestrado. Se molestaron porque la gente se “prende” a temas sobre mascotas y no a causas “importantes” para la sociedad. Analicemos entonces desde el punto de vista de estos indignados, que por cierto, no organizaron ninguna manifestación por Edelio, y si lo hacen, no creo que al EPP le importe. Según estas personas, ya no podremos reclamar porque nada es más importante que los secuestrados o los niños hambrientos.

La marcha no fue solo por el pitbull, que es violento solo si su dueño le enseña a serlo, sino por todos los animales desprotegidos. Se supone que los que razonamos somos nosotros. Cuando dejemos de verlos como cosas, el mundo será un poco mejor. Por menos martillos y teclados