Unos G. 123 millones al día es lo que el Gobierno invierte para combatir al EPP, a través de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), un organismo integrado por efectivos de las FF. AA. y la Policía Nacional. Desde agosto de 2013, el Estado gastó unos US$ 5 millones en esta especie de guerra interna contra los paramilitares.
Lo de inversión es un decir. Que el Gobierno es el que pone la plata, también. Es el dinero de los contribuyentes el que se utiliza para que un comando de más de 1.000 hombres trate de barrer con el grupo criminal, que no pasa de la treintena de “soldados” delirantes, pero que ya cometió media docena de secuestros y 30 asesinatos en la gestión HC. Hace días asumió el quinto jefe de la FTC, poco después del secuestro del colono menonita Franz Wiebe.
Apostar por armamentos en detrimento de la Educación fue siempre un error de las autoridades, históricamente hablando. Mientras más se gaste en FF. AA. antes que en escuelas, colegios y universidades, siempre estaremos condenados al fracaso. Es como tropezar siempre con el mismo cascote.
Ayer nomás volvió a registrarse un derrumbe en una institución educativa pública. Esta vez, el desplome fue en la Escuela Virginia Ayala de González, de Piribebuy. Una alumna de 8 años sufrió contusiones en la cabeza y fue derivada al hospital regional de Caacupé y un chico de 13 años terminó con la pierna fracturada al caer sobre ellos el techo de un pabellón.
El MEC viene anunciando hace meses la inversión de más de US$ 70 millones para la refacción de 675 instituciones educativas. Mientras, la tortuosa burocracia sigue su curso, las escuelas siguen cayendo a pedazos. Es difícil saber cuándo llegará el día en que las autoridades apostarán por un trabajo serio y no recurrir a la trillada técnica de los parches.
Si los gobernantes se preocupan más por cuarteles y no se sonrojan si faltan tizas, techo o sillas en las escuelas, seguirán siendo los principales responsables de lo mal que nos va. ¿Cuál es la solución parche que el MEC dio al drama de la escuela derrumbada?: Trasladar las clases al local de la Dimabel, que está a pocos metros del lugar. Claro, las sedes castrenses nunca sufren derrumbes, las escuelas sí. Ya tú sabes.