
Los que pasaron por la administración del estado en función de Gobierno sostienen que el primer año de gestión es apenas de acomodo y reconocimiento de terreno, no puede pedirse mucho ya que apenas uno va colocando a su gente de confianza y ordenando la casa.
El segundo y tercer año son los más importantes ya que las políticas públicas propuestas van en pleno desarrollo y los frutos pueden empezar a verse. Lo que no tiene punto de discusión es que lo que no fue hecho en ese tiempo ya en los dos últimos años se vuelve un imposible.
Horacio Cartes cumple su tercer año al frente de la Presidencia de la República y hoy ya está embarcado en una dura pelea con opositores y detractores de su gestión. Lejos de hablar de las cosas que importan al Estado y resolver con eficacia sus problemas, está metido en una lucha pública con aquellos que lo critican argumentando que resultó ser más de lo mismo.
Soy de los que piensan que a un político hay que medirlo por sus promesas y no por nuestras expectativas, porque finalmente el compromiso público asumido es mucho más verificable y nadie le obligó a que nos prometa lo que juró hacer.
En esa línea Cartes prometió rodearse de técnicos y no tardó en sentarlo como su asesor político a Bachi Núñez, dijo que cortaría la mano a los corruptos y promovió el principal hecho de corrupción en el MOPC al ampliar irregularmente el contrato de Tape Porã beneficiando al padre del ministro.
Prometió salud y educación y las escuelas se siguen cayendo y los hospitales carecen de remedios. La lucha contra el EPP ni hace falta mencionar porque todos sabemos que es un fracaso con 3 secuestrados en simultáneo. Los robos y asaltos tomaron las calles y la economía se desploma sin que se justifique aún el endeudamiento que nos dejaron como herencia.
Las obras empezaron a moverse luego de dos años de estar totalmente paradas y Soledad Núñez sigue siendo la que salva la plata con una gestión sumamente destacable. Quedan dos años y mucho por hacer, así que más trabajo y menos show.