15 dic. 2024

¡Llega Navidad!

 @fitoca7 @fitoca7

La Navidad me recuerda siempre a las grandes reuniones familiares en torno a mi querida abuela Tata, a quien se le ocurrió nacer justo un 25 de diciembre. Tíos y primos llegaban de Argentina y de Villarrica, países hermanos con acentos muy peculiares, por cierto.

Los tíos jugaban a quién decía la mentira más increíble y nosotros escuchábamos boquiabiertos las novedades televisivas del futuro que con lujo de detalles nos contaban los primos curepas.

El abuelo nos regalaba rompecabezas de alambre imposibles de resolver mientras la abuela dirigía el operativo de la comilona con el don de mando que la caracterizaba, y las hijas y nueras se movían coordinadamente como en un ballet dirigido por los acordes de la firme voz de Doña Tata.

Los aperitivos regaban generosamente las gargantas de los adultos y de vez en cuando, las de los avispados primos mayores que camuflaban el “vermout” con la única marca de cola que existía en aquella época.

Todos cenábamos al mismo tiempo aunque en mesas separadas para grandes y chicos y disfrutábamos de las especialidades que cada tía preparaba año tras año, como si estuvieran en una competencia gastronómica.

Después de la cena venían los postres y enseguida aparecían las guitarras y se armaba la peña con cuecas, zambas y guaranias que aún escucho en mis oídos…

Padres y madres nos obligaban a demostrar nuestra nueva gracia que consistía en cantar, recitar, zapatear o contar un chiste verde con el que se les inflamaba el pecho de orgullo como diciendo: miren cómo ha crecido mi retoño.

Finalizado el show de talentos, los varones nos despedíamos con apretones de manos y un despistado beso en la mejilla de los tíos argentinos, mientras que las mujeres hacían el conteo de hijos para no dejar a ninguno olvidado.

Al día siguiente nos reencontrábamos para almorzar las sobras y todo el ritual se repetía haciendo que el universo fluyera con hermosa suavidad en nuestra vida familiar. No quiero decir que todo tiempo pasado fue mejor, pero daría tres Navidades del siglo 21 por revivir una de mi abuela Tata.