Cuando él me dijo: “Me encanta esa chica porque es ARRIERO PORTE”, mi mente recreó una imagen muy homosexual.
Pero viniendo de un amigo que tiene más homofobia que sangre en el cuerpo, dije que eso no podía ser.
Él aseguraba que todas las mujeres son como su ex: controladoras, lloronas e histéricas. Entonces, supuse que esa frase pretendía describir a una chica con carácter diferente.
Anduvo locamente enamorado, dos meses. Luego, ella lo escrachó en Facebook, diciendo que la golpeó. Claro, él lo negó, pero luego dijo algo que me llamó la atención: “Está bien que sea arriero porte, pero hasta cierto punto nomás”, y todos los hombres presentes coincidieron con él.
Sucede que le gustaba que ella sepa hacer asados, pero le molestaba que no lo necesite para organizar uno.
A él le encantaba disfrutar del “tercer tiempo” sin escuchar reclamos, pero odiaba que ella sea dedicada a su equipo de hándbol.
Le agradaba que lo acompañe bebiendo cerveza por largas noches, pero le parecía inaceptable que ella se reúna en un bar con sus amigas, a pesar que allí la conoció.
En este país, como en muchos otros, las que se animan a trasgredir las normas impuestas por la sociedad a nuestra sexualidad, son violentadas.
Entonces, entendí que esa popular frase es machista, porque al final “la mujer puede pensar como hombre, pero no actuar como él”. ¡Y eso, señores, es violencia!
ONU mujeres señala que la violencia de género está en crecimiento. El 95% de las víctimas son mujeres y el 80% de los agresores son sus parejas o sus ex.
La Policía sostiene que reciben unas 30 denuncias de violencia intrafamiliar por día y, lastimosamente, muchas terminan en muertes.
Entonces, me atrevo a decir que mientras los “machitos” no reciban un castigo ejemplar de parte de la justicia y mientras las mujeres no nos empoderemos, la tenebrosa sombra de 1 feminicidio cada seis días nos seguirá en las calles y hasta dormirá al lado nuestro. ¡Que corra la voz!