
Es más seguro que Cerro Porteño gane su primera Copa Libertadores antes que los chicos de la escuela Juan Carlos Hrase reciban el almuerzo escolar. Las raciones alimenticias que las autoridades deberían proveer a esta institución educativa encarnacena brillan por su ausencia. Por ello, la directora Emérita Ramona Chávez decidió, literalmente, poner manos a la obra y dar de comer a los niños del preescolar al tercer grado, en la casa de estudios.
La propia docente se encarga de oficiar de cocinera en un improvisado comedor. Una placa eléctrica, una olla a presión, una cacerola y mucho cariño son más que suficientes para que la educadora prepare las comidas para las criaturas.
“Los más grandes también quieren comer, pero lastimosamente, no alcanza para todos”, reveló a EXTRA la maestra-cocinera. Algunos ingredientes son donados por personas que quieren colaborar con la causa. En su momento y, ante la necesidad, Chávez debió llevar los utensilios de su propia casa para que los alumnos pudieran alimentarse.
Mientras en esta escuela de Itapúa ruegan por recibir los alimentos, en varias de Asunción van a parar a la basura. Un informe del Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN) realizado de octubre a noviembre del 2015 revela que se desperdicia el 57% del almuerzo escolar. Son 4.416 raciones sobrantes. La Dirección de Alimentación Escolar del MEC argumentó que, muchos alumnos no quieren consumir verduras y que, por ello, muchas raciones no son aprovechadas.
La vida está llena de contrastes e ironías. Mientras los mandamases se rompen el coco para saber qué hacer para que los chicos de la capital no desperdicien los alimentos, en la escuela Juan Carlos Hrase, la comida que prepara la directora no alcanza a todos. Allí no llega el almuerzo escolar y los niños claman por recibir una ración diaria. En varias escuelas de la capital sí se cuenta con ese beneficio, pero resulta que 6 de cada 10 platos van a parar al basurero. Triste paradoja. Ya tú sabes.