Ayer fue el Día Mundial de la Tierra. Mucho se habló pero pocos festejaron. Según los científicos, la Tierra tiene más de 4.500 millones de años. No es una esfera perfecta como todos pensamos y existen alrededor de 1,2 millones de especies de animales catalogadas, aunque se cree que ese es solo un pequeño porcentaje del total. Tampoco la Tierra es toda de tierra.
El agua cubre más del 70% de la superficie del planeta y el centro podría ser de hierro. En este planeta sobrevivimos nosotros y nos matamos poco a poco.
La tasa de desaparición de los bosques tropicales es del 62% en los últimos 20 años. Tiempo en el que cientos de especies se declararon extintas... erradicadas de la faz de la Tierra.
Los expertos advierten sobre las consecuencias que tendrá para América Latina y el Caribe un aumento de la temperatura promedio del planeta en 4º C: habrá un 20% más de sequías, un 80% más de ciclones tropicales, y los glaciares andinos casi desaparecerían. Es el futuro.
Muchos niños sentirán incluso los efectos antes de nacer. Un reciente estudio sobre el impacto de eventos climáticos extremos reveló que la salud de las mujeres embarazadas y, en consecuencia, la de los recién nacidos, se ven afectadas por estos fenómenos.
Una ola de calor que dure un mes, por ejemplo, puede aumentar la posibilidad de nacimientos prematuros, con las consecuencias que eso puede tener en el futuro desarrollo de los bebés.
Pero la destrucción es sistemática y pareciera ser que irreversible. No lo entendemos.
Hemos viajado a las estrellas, recorrido el universo. Y sin embargo hasta hoy hay una sola realidad: estamos solos en el infinito. Y la Tierra, nuestra casa, es el único planeta capaz de garantizarnos la vida... Las potencias buscan en el cosmos un lugar habitable que salve nuestra existencia, pero esa... es otra historia.