15 dic. 2024

La casualidad de vivir y seguir vivo

@uruser @uruser

Bien pensado, sería lo más lógico que usted, yo o cualquier otro no existiéramos. La increíble combinación de circunstancias que se han dado para que se conozcan nuestros padres, la remota posibilidad que entre 200 millones de espermatozoides el nuestro sea el ganador, sobrevivir al parto, nacer absolutamente indefenso e inútil, enfrentar los microbios y miles de gérmenes, exponernos a agua o alimentos no tan santos, respirar aires no tan puros, probar alcoholes, tabacos y etcéteras, atiborrarnos de sal, azúcar y grasa como para tres vidas, chuparnos problemas que nos dan gastritis y otras dolencias... y aún así seguimos viviendo.

Y por supuesto, están los que en la ruleta rusa genética no salen tan favorecidos y se ligan enfermedades raras o no tanto, graves o leves. “Uno no aprecia la salud hasta que la pierde”, afirma el dicho.

Y luego están las porquerías que armamos como sociedad. En una feria de ciencias en México, un niño de 11 años presentó una mochila blindada como proyecto: “si te disparan, te tiras al piso y te cubres la cabeza con ella, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte”, afirma. “Y si no vuelvo, tiene un GPS para rastrearla”, afirma.

Once años... a esa edad, usted y yo seguramente no pensábamos en esas cosas. Ese es el mundo que estamos dejando: niños que chupan violencia en lo cotidiano de sus días y en lo que ven en la televisión (aderezado con un poquito de sexo para vender un poco más), rodeados de tecnología que, como todo en esta vida, puede usarse para bien o para mal.

Pero no me hagan mucho caso: el miércoles me agarré un resfrío, esas tontas enfermedades veraniegas que te hacen pensar equivocado y entender mal todo. Si hasta creí leer que los legisladores van a comprar bocaditos por casi 200 mil dólares y para el año que viene gastarán no se cuánto en sus seguros médicos privados.

Debo haber entendido mal, porque entre la fiebre y la larga espera en el IPS, no puedo discurrir acertadamente. Pero así y todo, soy un tipo afortunado, como usted seguramente.