
“Vive rápido, muere joven y deja un lindo cadáver”, parecía ser el lema de Nelson Gustavo López, más conocido como “Jakare Po”, audaz asaltacajeros y asalta caudales quien, con su muerte, revolucionó las redes sociales esta semana.
En vida fue considerado un enemigo público de primer nivel, buscado por cuantiosos golpes cometidos en varios sucesos; pero no es menor la conmoción que fue para todos nosotros, el resto de los mortales que no vivimos en Villa Hayes, el dolor que causó su muerte en esa ciudad: aparentemente el susodicho era una especie de Robin Hood y en esa zona, soltaba plata para socorrer a los vecinos en desgracia.
Niños, jóvenes, adultos y adultos mayores se mostraron emocionados al despedir al dudoso héroe local. Convengamos en que nuestro Robin de entrecasa tenía algunas diferencias con el de la novela: no manejaba arco y flecha, sino armas de grueso calibre y en lugar de una enamorada, tenía más de una, que recibían de su parte no caballos y flores, sino camionetas y joyas.
Un internauta hizo notar el parecido de las exequias de Pablo Escobar, el famoso narcotraficante, con nuestro “Jakare Po”. Guardando las distancias, las similitudes son evidentes: al pueblo liso y llano no le importa normalmente de dónde viene el dinero que tapa sus carencias más miserables y no es extraño que apoye a quien le facilita su vida.
Si lo pensamos bien, al hombre de Villa Hayes quizás le faltó un asesor de imagen, alguien que manejara su comunicación institucional. Haciendo números, si todos los que fueron al velorio lo votaran (cosa que no sería tan difícil que ocurriera), “Jakare Po” quizás llegara a una concejalía y por qué no, a una intendencia; si dejamos volar la imaginación, la diputación y la senaduría estaban ahí, a la mano.
Se equivocó “Jakare Po”... si alguien lo hubiera asesorado, hubiera progresado en su carrera delincuencial.