
Hace unos días se generó una indignación generalizada luego de que la exmodelo Navila Ibarra tuviera la caradurez de revelar que fue contratada sin concurso en el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
Si esto no fuera suficiente bofetada a la ciudadanía, el ministro de Agricultura, Juan Carlos Baruja, defendió a capa y espada la contratación de la “Reina de la Kchaca Piru” en el ente público. El secretario de Estado dijo que la contrataron directamente por una “urgencia” y que situaciones de este tipo están contempladas en la Ley de Función Pública.
Luego de que esta polémica situación saliera a luz, se divulgaron rumores sobre la contratación de la exmodelo. Según los propios funcionarios del MAG el poderoso clan Samaniego ejerció presión para el ingreso directo de Ibarra a la institución.
Lo llamativo de esta indignante situación son las declaraciones de la “Reina de la Kachaka Piru”, quien antes de cualquier consulta ya salió a aclarar que no tiene padrino político y a manifestar que ella tiene derecho a trabajar como cualquier persona.
Es cierto la exfigura de la televisión tiene el derecho como cualquier persona a trabajar, todos estamos de acuerdo, lo que cuestionamos es que debió concursar con otros ciudadanos, no se trata de maldad infantil como ella cree.
Otro llamativo comportamiento de la morena de rulos fue la publicación de una fotografía, en las redes sociales, de todos los títulos académicos que obtuvo, con la excusa que buscaba marcos para colgarlos en su pared.
Sin recurrir a la psicología podemos deducir que las declaraciones y dicha publicación de la señorita Ibarra fueron realizadas con la clara intención de demostrar a como dé lugar que es una mujer que estudió mucho.
“Reina de la Kachaka Piru”, si usted es una mujer preparada y se siente segura de su capacidad, ¿por qué recurre a pruebas para demostrarlo? ¿O la realidad es otra? Y como dirían nuestros abuelos: “Ijapuante itestigo” (solo el mentiroso necesita testigo).