
Efrén Echeverría seguramente pasará a la historia. Es de esos pocos seres humanos universales que tienen el privilegio de dejar su huella en la historia. Sin dudas su música trascenderá al tiempo y durante años se hablará de su aporte a la cultura paraguaya.
Dicen que sus manos se mueven como pájaros que arrancan música con sabor a monte. A tierra. A gente que trabaja y lucha. Sus melodías son el canto de los montes con sabor a cocido y chipá y el sacrificio del hombre del campo.
Sí... alguna vez será recordado y reconocido. Pero no hoy. No ahora. Hoy vivimos apurados. El hoy nos ahoga. No nos deja tiempo para sentarnos a escuchar música. No nos damos el privilegio de sentarnos a admirar el talento de los nuestros con esa carga de recuerdos queridos de tiempos que quizás ya no van a volver.
Hoy ese Kambá no es más que uno del montón luchando por sobrevivir al día con los mismos problemas del paraguayo común. Del hombre trabajador ignorado por un sistema perverso que explota lo mejor de nosotros pero nos abandona en los peores momentos.
La escuchaba decir a Berta Rojas que le duele el país del abandono. La salud, recordaba, es un derecho fundamental de todo ser humano, más allá del talento que Dios puso en nuestras manos. El Estado debe velar por todos más allá de su condición. Es un derecho. Nuestro derecho. Coincido con ella, está consagrado en la propia Constitución Nacional.
Efrén seguro será recordado. El tiempo le rendirá el homenaje que la salud le negó. Hoy es una noticia desafortunada y triste. Pero la historia le rendirá un tributo y la patria y nosotros lo recordaremos. Entonces no habrá prensa para ventilar las miserias. Solo elogios para esas manos prodigiosas. No hoy... hoy no hay tiempo. Hoy vivimos soñando con recuperar la patria que nos están robando.