
Los colorados están acostumbrados a esto y juegan de taco. Los crudos enfrentamientos son parte de una atmósfera irreal que puede conocer de las más graves acusaciones pero al terminar el temporal la unidad granítica se impone.
No hubo sorpresas; ganó el candidato del presidente, ganó la estructura, ganó Alliana. No es poca cosa tener como cabeza de campaña al Jefe de Estado, mucho menos si tenemos en cuenta la condición económica de Cartes.
El abrazo republicano es una anécdota porque lo que importa es el hecho político. ¿Qué pasará con la oposición? ¿Se mantendrá firme en sus denuncias contra Cartes y su entorno? Parece una retórica, ya que algunos adherentes a Mario Abdo digan que continuarán firmes la verdad es que ante tamaño resultado sería muy difícil sostener la misma intensidad en las críticas.
Ayer mismo en las internas algunas declaraciones marcaban el devenir. El propio Alliana, hoy electo presidente del partido, decía que la reelección de Cartes no era solo una vaga idea, sino que podía convertirse en algo analizable a un nivel mayor. Sin duda esto fortalece a Cartes de cara a ese plan que ya no solo podríamos atribuir a unos pocos allegados. Lo peligroso sería que de tanta fortaleza, la soberbia y la irracionalidad se apoderen del mandatario como ya ocurrió con otros presidentes.
La enmienda, está más que claro, no es el camino; la reforma merece un debate mucho más serio que por lo último que pasa es por la reelección. Desde hoy se abre un panorama diferente. Incluso la integración del bloque opositor con la izquierda, el G15 y otros disidentes demostrarán si fue oportunismo electoral de los colorados con la colaboración de los opositores o si fue real y con proyección seria.
Aunque poco valga la coherencia en la política, de nuevo estará a prueba. La ANR se jugó por el aparato y habrá que ver si son capaces de administrar de aquí en adelante las fricciones.