Sabido es que, más vende lo negativo que lo positivo. Las noticias malas ganan los titulares y las buenas, algún pequeño espacio en recónditas páginas o en algunos blogs o páginas facebookeras con escasos seguidores. Dele usted a elegir a un editor entre una escuela autosustentada y una masacre familiar: ya saben ustedes cuál será la noticia de tapa.
Es más, los periodistas se especializan en buscar transacciones oscuras, bajezas humanas y deplorables actitudes, apelando a implementos tecnológicos como cámaras ocultas o, simplemente, un traidor que delata a quien lo ha apartado de algún negociado.
Normalmente, el periodista hablará más de la inoperancia de algún ministro u otra autoridad, que de los brillantes análisis y diagnósticos acerca de la realidad que nos comunican (“tenemos tal cantidad de pobres”, “ya sabíamos luego que el techo o el puente se iba a caer”, “ya sabíamos que no se había hecho el trabajo en forma”, “se sabía que podía haber un secuestro”).
Mención especial merecen los columnistas (grupo al que por azar del destino atrevidamente pertenezco), bichos ruines que normalmente se dedican a marcar, con mayor o menor acierto y calidad, los errores, las falencias y los desatinos de la vida que llevamos y de las autoridades que soportamos.
Pocas loas saldrán de un columnista hacia alguien, embarcados siempre en su visión negativa de las cosas. Por eso y empeñado en cambiar el rumbo (y no necesariamente, buscar el nuevo rumbo) propongo que los columnistas hagamos una asociación y votemos a las personas que siempre nos dan tema.
Humildemente, postulo en esta semana a los concejales asuncenos, quienes decidieron que un programa de dudoso valor sea considerado de “interés municipal”, declaración que en sí no vale el tiempo invertido en una sesión de la junta.
Y por supuesto, cómo no postular a don Horacio Cartes que habló de “golpe” en el caso de Lugo y más tarde, aclaró que se le chispoteó. Gracias don Horacio, por pensar en nosotros...