Primero fueron las “sentatas”, comenzaron pacíficas, silenciosas, pulcras. Se esparcieron como un grito silencioso que se escuchó en todo el país y generaron una reacción en cadena para un reclamo justo. Coherente. Claro. Un reclamo que nos beneficia a todos y no sólo a los estudiantes, porque la educación construye futuro. Construye gente buena. Construye patria.
Miles de colegiantes lograron sentar a su mesa a autoridades nacionales y aunque sólo arriesgaron promesas, sintieron el impacto de la fuerza joven capaz de cambiar un futuro mediocre y excluyente del cual demostraron que no quieren ser parte.
Fue el comienzo. Casi una advertencia en medio de una situación catastrófica que desnudaron los medios denunciando el derroche prepotente y criminal del Fondo Nacional de Inversión y Desarrollo. El dinero que se debía invertir en infraestructura terminó en campañas políticas y quién sabe en que otras cosas.
Y se veía venir. Los buenos ejemplos siempre tienen buenos resultados. Fue así que los universitarios cansados del prepotente manejo desfachatado y desprolijo de la Universidad Nacional se levantaron contra los abusos y dijeron basta. La protesta creció. Se unieron otros centros de estudio y hasta docentes cansados del manoseo político de la preparación profesional.
Froilán Peralta desapareció abrumado por el reclamo que manda una señal a toda una generación torcida que maneja los recursos del Estado con abusos descarados e intolerables. Creo que los jóvenes ya se cansaron. Creo que los corruptos van a sentir el peso del hartazgo. Creo que poco a poco la democracia va encontrando su camino y quienes marchen contramano van a sentir el mensaje.
Los jóvenes alzaron la voz. Pacífica pero peligrosa...especialmente para los ladrones de ilusiones, esos que nos intentan robar el futuro. Es inevitable. Los jóvenes van tras de ustedes.