“Esos molestos limpiavidrios. Más que trabajadores son chantajistas”, decía una señora que viajaba frente a mí en el colectivo. Esa opinión es la de muchos otros ciudadanos que están hartos de que se les imponga un servicio que pasó de ser opcional a obligatorio. Me incluyo en esa línea. Nadie puede amenazarte con destruir partes de tu auto ni decirte malas palabras solo por negarte a que te limpien el parabrisas.
Sin embargo, pese a todo, me parece sensata la decisión tomada por el intendente de Asunción, Mario Ferreiro, quien anunció que rechazará la ordenanza que, como por arte de magia, pretende prohibir limpiavidrios en las calles. Un simple papel no va a solucionar la cuestión de fondo. Con una ordenanza no se acaba la mendicidad ni la pobreza. Si así fuese, deberíamos usar también esta vía para eliminar todos los problemas sociales, no solo este.
Si se les prohíbe a ellos limpiar parabrisas pueden ocurrir dos cosas: muchos van a salir directamente a robar o van a migrar hacia otras ciudades. No tienen muchas alternativas. Es necesario ser más inteligentes y buscar una alternativa mejor, integral. Por ejemplo, hacer un censo de la gente que se dedica a ese rubro y ofrecerles cursos de oficio para que puedan trabajar dignamente sin la necesidad de salir a la calle. Ojo, considero que la vía no es el subsidio. Ellos necesitan puestos de trabajo. Es fácil que caiga plata de arriba y dejar de trabajar, la idea no es esa.
Abramos los ojos, apoyemos ideas claras y factibles, veamos el problema en su totalidad y no superficialmente. Porque con esta lógica, debemos hacer ya nomás las ordenanzas que prohíban el dengue, la pobreza y la violencia. Y sí, es igual de descabellado lo que quieren hacer con los limpiavidrios.