
Solo basta con detenerse por un momento y ponerse a pensar en los últimos acontecimientos, para darnos cuenta que lo que antes nos escandalizaba o nos movilizaba hoy se volvió absolutamente común. Secuestros, amenazas, asesinatos, abusos y una lista que podríamos seguir demuestran lo anestesiados que estamos como ciudadanos ante las barbaridades que suceden en el día a día.
Edelio lleva secuestrado casi 700 días, Abraham casi 300 y nadie se acuerda de ellos, el Gobierno se hace el tonto y como la sociedad no reclama no se habla del tema, para no mover el avispero. La niña madre, una de las miles que cada año son abusadas nos indignó y elevó el debate a niveles importantes, pero ahí murió todo. Hoy es madre, su niñez le fue arrebatada y qué más da. Pero ese hecho que ayer nomás nos alertaba hoy ni nos escandaliza cuando una bebé de apenas 1 año es abusada sexualmente y asesinada a golpes.
¿Qué nos puede estar pasando cómo sociedad? ¿En qué momento nos volvimos indiferentes ante tanta crueldad? De hechos de corrupción ni hablar; se puede dejar a niños sin almuerzo y sin merienda escolar, se pueden caer escuelas y colegios, despilfarrar dinero público, malgastar plata de Fonacide, perseguir fiscales que investigan a corruptos y amenazarlos de todas las formas posibles y nada, absolutamente, nada va a pasar.
En Tacuatí la semana pasada mataron a balazos al tercer intendente en 4 años, según el propio ministro del Interior Francisco de Vargas, el asesinato fue producto de viejas disputas que quedaron luego de las internas de la ANR.
En otras palabras y como señaló en sesión del congreso la senadora Desiree Masi, lo que dijo el ministro es que los colorados resuelven sus conflictos a balazos, se matan y nadie dice nada. No sé en que momento nos anestesiaron y estas cosas dejaron de importarnos, pero ahora es más oportuno que nunca recordar que el silencio es complicidad y que solo cuando nos movilizamos logramos evitar que nos sigan tomando el pelo desde el poder.