Esta semana mis tíos deberían estar vacunándose. Ambos con un poco más de 70 años, pero la COVID-19 tocó la puerta de su casa antes.
Se cuidaban tanto, no iban ni al supermercado, pero medio segundo con la guardia abajo bastó para que de sorpresa el virus maldito les dé el primer jack de lleno en la cara, que no solo los tumbó, sino a la familia entera. Sin dudas, estamos en los rounds más difíciles de todos los tiempos.
No puedo evitar no pensar en el “qué hubiese pasado” si las benditas vacunas hubiesen llegado a tiempo, hace mucho. Mis tíos estarían protegidos hace tiempo.
Son 3.304 internados y 565 en terapia intensiva, no son números, son personas, son familia.
Hace más de dos semanas que no llega ningún lote de vacunas y según el ministro, capaz la semana que viene lleguen a penas otras 40 mil dosis, pero siempre tarde.
Este será el Día de la Madre quizás más triste para las más de 7.209 familias que perdieron a sus miembros.
Sin dudas, muchas de estas personas pudieron haber salvado sus vidas si el Gobierno realizaba las gestiones a tiempo.
Para todas las familias que están luchando contra esta enfermedad: fortaleza y fe.