
En los últimos días y luego de haberse quedado sorprendidos, maniatados y sin reacción posible al truncarse la chance de reelección, referentes del gobierno empezaron a mostrar la hilacha con toda fuerza. El ministro de Industria, Gustavo Leite, lejos de sus atribuciones habló de fumigar como ratas a quienes no acompañen las políticas del gobierno de Horacio Cartes.
Antes, Zacarías Irún y De Vargas, tristes personajes del oficialismo por medio de fotografías de procedimientos periodísticos pretendieron sustentar el vínculo de ciertos referentes de la oposición con miembros del EPP y cuando se les exigió denunciar penalmente esos vínculos ante la justicia dijeron no tener pruebas.
El discurso autoritario, stronista, que busca la confrontación y división entre paraguayos no solo se puede sentir en palabras sino que en actos puntuales que, además, denotan desesperación del Gobierno sin rumbo. Hace unos días periodistas del Grupo Cartes fueron cesados de sus cargos por expresar un pensamiento en sus redes personales, en contra de referentes del gobierno de Cartes. Ni siquiera la crítica apuntaba a sus medios de comunicación.
Algunos justificaron los despidos diciendo que el dueño del medio puede hacer lo que se le antoje, olvidando que estos son licenciatarios de frecuencias públicas y que los derechos de propiedad no pueden vulnerar derechos universales como la libertad de expresión y pensamiento.
La dimensión individual de la libertad de expresión se proyecta en la posibilidad de expresar el pensamiento. Obstruir o vulnerar cualquiera de esas dos proyecciones limita y afecta el ejercicio del derecho en su conjunto.
La expresión y la difusión de pensamientos e ideas son indivisibles. Una restricción de las posibilidades de divulgación representa directamente, y en la misma medida, un límite al derecho de expresarse libremente, señala la Corte IDH en numerosos fallos.
Justificar estos despidos obviando la vulneración de un derecho, es solo un arreglo mental de quienes pretenden ignorar el contexto. En el gobierno de Cartes, el autoritarismo goza de buena salud.