El aborto es en nuestro país un tema del cual ni siquiera debe hablarse. Organizaciones religiosas, asociaciones provida consideran que el tema no debe ser discutido. Mientras rehuimos el debate los datos proveídos por el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Encuesta Nacional de Demografía, Salud Sexual y Reproductiva son elocuentes: el 20% de los embarazos corresponde a adolescentes de 13 a 18 años.
Al año se registran 20.000 embarazos adolescentes en Paraguay, concluyendo que 2 de los partos registrados a diario corresponden a niñas y adolescentes de 10 a 14 años.
Entre el 2006 y el 2009 hubo 211 egresos hospitalarios por aborto de niñas de 10 a 14 años, según registro de atenciones de instituciones dependientes del Ministerio de Salud. Un promedio de 53 casos de aborto por año.
En el año 2008 una de cada cuatro mujeres que consultó por el tema que o se habla ni se debate (el aborto) tenía menos de 19 años.
Si estas cifras son contundentes, las de UNICEF son lapidarias: 2 de cada 10 mujeres de 15 a 44 años reportaron haber sido violadas antes de los 15 años. Qué fácil resulta para muchos decir “la madre evoluciona favorablemente”, ignorando que esa niña a la que llamamos madre, tiene apenas 10 años y fue abusada sexualmente.
“Que de a luz, está en condiciones de hacerlo”, dicen otros que ignoran o peor aún, omiten que la madre de esa niña está en la cárcel, que es pobre y que quien abusó de ella es su padrastro. ¿Quién cuidará y criará a las niñas? ¿Los mismos que las van a ignorar en algún semáforo?
En Paraguay no hay una sola condena por aborto, aunque este sea un delito. Parece que el problema en nuestro país no es practicarlo, sino plantear el debate desde una perspectiva de derechos.
Abramos la discusión, dejemos de ignorar las estadísticas, dejemos de matar a niñas madres y de robarles la infancia pensando que defendemos la vida.
O castigamos el aborto o lo consideramos para casos donde el debate es necesario. Pero que defendemos la vida, teniendo estas estadísticas es una farsa.