Que el equipo joven de Blas Llano nos quiera hacer olvidar lo que pasó desde que la Alianza Patriótica llegó al poder en el 2008, es una tomadura de pelo. Un matrimonio oportunista que caminó de la mano de traiciones y conspiraciones desde el primer día y que terminó con los liberales entregando la cabeza de Lugo en bandeja ante la falta de reacción de este.
Nunca hubo un plan de trabajo en conjunto, nunca un debate sobre qué tipo de país querían construir, solo era una relación pegada con saliva que tenía como fin desbancar al Partido Colorado del poder.
Los que destituyeron a Lugo en el 2012 por la vía del juicio político acusándolo de haber mal desempeñado sus funciones y de haber sido un inútil en otras palabras son los que hoy nos quieren hacer creer que pueden recomponer esa relación para salvarnos del abismo.
Pero de este coqueteo también es culpable Efraín Alegre, el hombre que hasta hoy prefirió convertir al Partido Liberal en un puesto comando desde donde lanza sus misiles hacia sus adversarios políticos, olvidando que lo eligieron como presidente del PLRA y no como líder de un movimiento político que desde el partido debe perseguir y amenazar a sus rivales.
Si Efraín quiere frenar el plan de reelección de Cartes lo que debe hacer es abandonar la pose de candidato y conciliar desde su rol de presidente. Es imposible pensar en abortar la inminente violación constitucional que luguistas y cartistas están preparando sin un PLRA unido y capaz de poner en pausa sus diferencias.
Efraín lo que debe hacer de inmediato es dejar las amenazas y acercarse al llanismo para negociar una salida a esta triple alianza (Lugo, Cartes, Llano) que pretende reelegir a Cartes por 5 años más.
Salvo que sean funcionales a ese plan, los liberales no tienen otra opción, ya que bajo amenazas no van a lograr más que ayudar a los violadores de la Constitución. En cuanto a lo primero, Dios nos libre de ver de nuevo a liberales y luguistas manejando el país.