
Hace dos años y un poquito más, un amigo del Facebook me envió un mensaje diciendo: “esto es para vos”. Era un aviso que decía algo así como: “Nuevo medio necesita periodistas jóvenes que sepan escribir”.
Con la sutileza que me caracteriza, mandé gentilmente a la m... a mi amigo: no calificaba en ninguno de los tres requisitos. Pero, tozudo y algo inconciente, igualmente envié una muestra de algunas cosas que había escrito en mi blog. Me llamaron, me tomaron y ayer salió el número 724 de EXTRA, cumpliendo, exactamente, dos años en la calle.
Casi por la ventana pude participar de un hecho histórico: el nacimiento de un diario de papel (¿cuántos diarios de papel más se crearán de aquí en adelante? Creo que no muchos). Casi tan difícil como salir es mantener la filosofía del diario: hablar de lo que a la gente le interese y le afecte, en un lenguaje en el que todos entiendan, sin caer en vulgarismos.
Parece tan fácil de hacer, pero no lo es: la “otra prensa”, la “grande” e “importante”, completa las páginas con cosas tan aéreas y lejanas que parecen de otro país, con un lenguaje que oscila entre lo inaccesible e inentendible y lo vulgar y chabacano.
No es fácil tampoco mantener el norte cuando todo parece reducirse a ser “pro” o “anti”, en una peligrosa polarización que atraviesa partidos y empresas. No es fácil tampoco el trabajo diario: como en todo grupo humano, están los roces, las diferencias, la dificultad de admitir los errores.
Yo tomé la decisión de, en un punto en el que muchos ya piensan en afianzar lo hecho y persistir, atrevidamente cambiar totalmente mi destino, encarar viejos anhelos olvidados. Vos también estás a tiempo: si estás disconforme con tu trabajo o con tu vida, da un golpe de timón. Vos sos el capitán.
Y a mis compañeros de EXTRA, salud y por muchos años más. Siempre es un gusto compartir con ustedes.