04 mar. 2025

Del “no te calles” al “te reviento hijodep...”

@uruser @uruser

Sabido es que las emociones cambian cuando hay mucha gente reunida. Los sociólogos antiguos hablaban de “contagio afectivo”, expresión que describe bastante bien los fenómenos que pueden producirse en determinadas circunstancias de ira o enojo.

Bien encaminadas, las energías populares pueden causar cambios positivos y deseables, remover viejas estructuras y crear un nuevo orden de cosas, pero cuando no hay un momento de reflexión y de organización, las cosas fácilmente pueden desbordarse, perderse los puntos de referencia y llegar a extremos lamentables.

Lo acontecido en la UNA podría ser ejemplo de lo primero: en medio de la efervescencia, los estudiantes pudieron organizar guardias, revisaciones, evitar desbordes y episodios de violencia.

Ejemplo del segundo caso es lo ocurrido en San Lorenzo, donde, arma en mano, delincuentes asaltaron al encargado de una obra y le quitaron el dinero de los albañiles. Uno de los ladrones fue tomado por los afectados y colgado cabeza abajo, se lo dejó caer sobre la arena y fue pateado sin misericordia en la cabeza y en diferentes partes del cuerpo. La “justicia por mano propia” en su expresión más cruda.

En ambos casos la justicia parece estar del lado de los que reaccionan: en el primero, estudiantes enardecidos por un largo periodo de corrupción en la educación, de mano en la lata, prebendarismos, profesores inexistentes y secretarias sexies; en el segundo, obreros que viven casi al día, que veían cómo su comida y su sustento eran llevados por unos ladrones.

Una delgada línea se está comenzando a atravesar, ya desde hace tiempo: cuando las autoridades que deben actuar no lo hacen y delegan su responsabilidad, mirando hacia otro lado, estaremos a merced de las emociones grupales y de líderes que puedan surgir eventualmente.

Policías, fiscales y jueces, deben “cargarse las pilas”y atender sus funciones o entraremos en un camino sin retorno. Digo yo, que no sé nada.